Termina
un verano seco, un verano en el que se puede contar con los dedos de la mano
los días que ha llovido. Un ambiente realmente seco y caluroso que no ha sido
favorable para una buena oxidación de la media docena de esculturas que he
realizado estos dos últimos meses.
Cuando
hago una escultura me gusta que sea el tiempo el que dé por finalizada la obra,
dejando a las inclemencias meteorológicas que hagan su trabajo, que actúen en
las obras lentamente, para que estas muestren su óptima oxidación.
Lamentablemente
esto no ha podido ser, pues algunas de estas obras iban destinadas a concursos
y la falta de tiempo me ha obligado a usar métodos más drásticos.
Cuando
me veo obligado a usar ácidos corrosivos para una buena pátina en el metal,
acelero el proceso de oxidación, consiguiendo unos resultados parecidos a la pátina
del tiempo, aunque creo que no la supera.
En
fin, me pongo a tratar el metal y el producto que tenía guardado en el taller
no funciona como debiera, no sé si equivoqué las etiquetas del frasco o cual
era el motivo, pero no conseguía el resultado que deseaba, así que me tocó
volver a limpiar la escultura para empezar de nuevo.
Las
prisas y el final de la entrega de una de las esculturas para un concurso se
acercaba y opté por recurrir a una de las soluciones más sencillas, aunque no
me convenza del todo.
Una
vez limpia la escultura con ácido clorhídrico rebajado (salfumán o aguafuerte)
dejé reposar la escultura, y al cabo de un rato la rocié con agua oxigenada
rebajada con agua destilada y deje actuar, volviendo a rociar hasta conseguir
el efecto que deseaba.
Una
vez hecho esto la lavé a chorro con la manguera y la froté suavemente con un
estropajo medio.
Este
tipo de pátina es sencillo y rápido, y muy efectivo, sobre todo cuando el
tiempo no acompaña, pues eres tú el que controla la tonalidad.
Si,
un verano seco, muy seco, que para otra pátina me resultó bueno.
En
esta ocasión tenía que oxidar una escultura en hierro con un aspecto verdoso,
lo que no me ayuda cuando hay humedad en el ambiente.
Si
el usar determinados ácidos como el clorhídrico, el nitrato de hierro, cloruro férrico
o agua oxigenada me llevan al acero a un tono pardo oscuro, negruzco o rojizo, el tratar el hierro con nitrato de
cobre, me permite “engañar” al metal consiguiendo tonalidades verdes, más o
menos oscuras dependiendo de las manos que dé o del calor que proporcione a la
escultura.
Este
tiempo seco es bueno porque mantiene el metal sin apenas humedad, lo que es
importante, pues de no ser así, un cambio brusco de temperatura o humedad hace
que se “caiga” el tono verde.
Habitualmente
termino esta pátina aplicando un barniz de metales mate para hacer duradera la
pátina.
Estas
son dos de las técnicas oxidación que he realizado este verano, porque el tiempo,
unas veces acompaña y otras no.