Según está la situación actual, muchas personas no podrán hacer este esfuerzo, puesto que los momentos son muy difíciles.
Con independencia de todo esto, la proximidad del final de año, me hace siempre reflexionar sobre el precio del arte.
No quiero entrar a valorar ciertos mercados, ni la obra millonaria de artistas consagrados, cosas que por otro lado, me superan.
Quiero
referirme a la obra de multitud de autores, (entre los que me incluyo) que con
gran esfuerzo luchan por sobrevivir. Autores que viven exclusivamente de su
trabajo, y que en estos momentos no les queda más remedio que estar en un “stand
by”.
Estos
autores, o profesionales del sector de las artes plásticas cuando sacan al
mercado su trabajo tienen normalmente la misma sensación de incertidumbre, al
depender su subsistencia del público que admira su obra.
Hay
todo tipo de público y de compradores de arte. Personas que compran por inversión,
por gusto o por presumir ante sus amigos de poseer ciertas obras.
Todo
esto es lícito y cada uno que lo haga con su dinero lo que quiera, no soy quien
para criticar los actos de nadie.
Las
transacciones artísticas son cada vez menos habituales, y una de las razones es
el “precio” y la maldita crisis.
Esta
última ha hecho disminuir el número de ventas con el consiguiente cierre de galerías
y espacios donde los artistas presentaban su obra. Tristemente es así, pero no
es solo la razón económica. La crisis también es de valores, cultural y de
falta de educación.
Sí,
el arte no es barato, soy el primero en reconocerlo, pero eso no quiere decir
que sea caro, ni que sea inalcanzable. Cualquier persona con ciertos recursos,
(fuera de la crisis actual y situaciones de necesidad) puede ir haciendo una
pequeña colección de obra muy digna a precios muy razonables.
Afirmar
si el arte es caro o no, es una postura cómoda, y en cierta medida por
desconocimiento.
El
gusto por el arte es muy personal.
Hay
quien no adquiere obra para admirar en su casa, pero gasta parte de sus ahorros
en visitar una exposición y está invirtiendo en arte, en cultura en definitiva.
Los
hay que dicen que es caro, que es un engaño y que no sirve para nada. Hay personas que gastan anualmente en asistir al fútbol verdaderas fortunas, que invierten en propiedades inmobiliarias, en juegos de ordenador o en móviles de última generación.
Hay personas que gastan en televisores de tamaños descomunales o en sofás de la mejor piel, que tapan con sábanas para no desgastarlos.
Hay personas que se hipotecan en coches de alta gama o en reorganizar su cuerpo mediante cirugía, en cámaras de fotos a las que no sacaran partido o en aparatos de gimnasia que nunca usarán.
Hay personas que invierten dinero en viajes, en vacaciones a paraísos caribeños, en vestidos que “lucirán” en un par de ocasiones o en aumentar su colección de zapatos.
Hay personas que dedican su tiempo libre en practicar deportes caros, en salir a tomar vinos o cenar en restaurantes.
Hay personas, afortunadamente, para todos los gustos, y todo es cuestión de preferencias.
Cada
uno es libre de hacer con su dinero lo que le venga en gana, pero...
También
existe la pintura, la escultura, la fotografía, el grabado, el dibujo, la
cerámica, la arquitectura, el teatro, el cine, la danza, la ópera, la música,
la artesanía, la literatura, el cómic. Existen tantas cosas...
¿Merece
la pena conservarlo?
¿Qué estás dispuesto a pagar…?
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