Escultura, Arte y Música

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miércoles, 7 de marzo de 2012

El espacio I

El concepto espacial en la escultura ha cambiado considerablemente a lo largo de la historia. Desde sus orígenes ha estado encerrada en un bloque, que el hombre se encargó de sacar al exterior, aumentando así el entorno natural del material.
Cuando aparece el modelado, el escultor roba espacio para dárselo a la escultura.
La elección del material usado para crear estas esculturas, así como el motivo representado son la máxima preocupación del escultor, dando exclusivo protagonismo al motivo. Son esculturas para ser observadas desde puntos espaciales ajenos a la obra.
En la antigua Grecia, los espacios generados por la forma y el movimiento siguen dando  ese protagonismo a la escultura, no obstante se va vislumbrando un cambio con respecto a las épocas anteriores en los que el bloque y el concepto cerrado predominan.
Pasan los siglos y los escultores van trabajando el material con menos dificultad, debido a la aparición y perfeccionamiento de nuevas herramientas.
La visión universal de la escultura se frena bruscamente en La edad Media, cuando la representación del motivo y su simbolismo pasan a formar parte del edificio.
En el Renacimiento y en el Barroco, se va dando cada vez más importancia al espacio. Aún así, no es hasta finales del siglo XIX y comienzos del XX cuando la escultura da un cambio radical. Rodin, y sobre todo  Archipenko y los primeros cubistas son los que recurren al espacio para convertirlo en material. Comienza a ser parte del entorno, y el hueco generado en la pieza se abre hacia el exterior. El estudio de la forma y del vacío da a la escultura un nuevo concepto, independientemente del material utilizado, dejando al espectador la libre interpretación de la obra.
La trascendencia del hueco llega a su esplendor con Oteiza, que con su búsqueda del espacio vacío va eliminando material, “desocupando el espacio”.
Es este espacio desocupado el que adquiere un protagonismo vital, cambiando así la forma de concebir nuestro trabajo.
Ciertas obras monumentales son la culminación de todo este legado, dándonos la oportunidad de poder disfrutar y ser integrantes del trabajo de los escultores, cuando crean sus “esculturas habitables”.

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